Locos y estúpidos

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Mi inconsciente es más inteligente que mi consciente. Es decir, soy bastante normalito.
En estos días soñé que me detenían en un aeropuerto gringo porque en un cuaderno tenía anotada la famosa frase de Goethe: “Gris es toda teoría; verde es el árbol dorado de la vida”. Los guardias fronterizos gringos suelen interpretar el lenguaje en primer grado y por eso se pierden de gozar de las metáforas. De inmediato comunicó la frase a sus superiores. No sirvió explicarle que Goethe fue un eminente dramaturgo, poeta, filósofo y hasta osteólogo alemán, etc. Mis explicaciones no hacían sino comprometerme más porque el hombre entendía cada vez menos, usando sus simplonas asociaciones libres: poeta = maricón, dramaturgo no sabía qué es, filósofo = subversivo. Osteólogo… ¿qué? O sea, peor.
Recordaba, para darme ánimo, la novela La broma de Milan Kundera, en que a un echador le arruinan la vida por un chiste que mandó en una postal.
¿Cómo puede un árbol ser al mismo tiempo verde y dorado? ¿Qué tienen que ver vida, teoría y árbol? ¿La vida de quién? Obviamente es una clave terrorista. El jefe de mi guardia entendía menos y envió la frase al FBI, que la introdujo en una supercomputadora. Esta hizo crash en pocos segundos, tratando de desentrañar algo que las computadoras no entienden. ¡A Guantánamo! Desperté. De las pesadillas se despierta; de la realidad no.
Cuando se juntan locos y estúpidos la demencia conquista nuevos horizontes. El loco dice al estúpido que el cielo se está cayendo y el tonto toma medidas más destornilladas que las que el orate ordena.
Pasa con la oposición venezolana. El atajo de locos dice a los estúpidos que les van a quitar carnicería, hijos, discotecas, colegios religiosos, Internet, toallas sanitarias, tacones altos, etc. O que el dólar a 4,30 va a subir todo. Y los estúpidos salen disparados a proteger la carnicería que no tienen, a atragantarse de hostias de una religión que nunca practicaron y a comprar baratijas “a precio viejo”, etc.
En la Cuba revolucionaria unos locos organizaron una operación diabólica llamada Peter Pan que sacó a más de diez mil niños hacia los Estados Unidos. Sus estúpidos padres, para no perderlos, los perdieron. Dije que eran locos y estúpidos.
Roberto Hernández Montoya

 

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