Los vínculos de la industria del automóvil con la deforestación de la Amazonia brasileña

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La deforestación de la Amazonia no cesa. Ni siquiera la pandemia logró frenar la explotación de los bosques, llegándose a alcanzar en 2020 la cifra de hectáreas pérdidas más alta de los últimos 12 años, según las autoridades brasileñas. Tras este ritmo de devastación hay diversas prácticas económicas que se reparten los recursos de este pulmón verde a su antojo. Entre ellas, la industria del automóvil y las grandes compañías de automoción europeas. Así lo apunta un informe de la Fundación Rainforest Norway en el que se establecen los vínculos entre las marcas de coches y la pérdida de biodiversidad amazónica de Brasil para la cría de ganado y fabricación de pieles.

Así, las cinco grandes compañías de automoción de Europa –Grupo Volkswagen, Grupo BMW, Daimler (Mercedes Benz-Smart), Grupo PSA y Grupo Renault– compraron cuero para salpicaderos, asientos y otras partes de sus coches a proveedores que compran las pieles a empresas ganaderas que expanden la cría de vacuno sobre terrenos deforestados. Según los datos de la investigación, cerca del 80% del cuero producido en Brasil se exporta, en su mayoría a China e Italia, que es donde se asientan las principales compañías de transformación de pieles. De ese porcentaje de pieles que el país latinoamericano envía al exterior, cerca de la mitad estarían destinadas a la fabricación de componentes estéticos para vehículos.

La publicación investiga diez curtidurías que exportan pieles a fabricantes de cuero para vehículos en Europa. De estas, al menos siete utilizaron en los últimos dos años pieles procedentes de bovinos criados en 3,05 millones de hectáreas arrasadas en la Amazonia.

En los dos últimos años, la cadena de valor de las grandes compañías ha sumado una importante cantidad de hectáreas deforestadas debido a la procedencia de los cueros utilizados en las fábricas europeas. En ese sentido, los cálculos de la investigación revelan que el Grupo Volkwagen y el Grupo BMW llevarían asociada a su producción la deforestación de 3,5 millones de hectáreas de Amazonia brasileña. Daimler, por su parte, 2,5 millones de hectáreas; Grupo PSA sumaría 2,1 millones de hectáreas; y Grupo Renault 1,7 millones de hectáreas.

Nuria Blázquez, responsable del área de Internacional de Ecologistas en Acción, denuncia que «la transparencia y la trazabilidad» en las cadenas de suministro de pieles «son inexistentes». «Es muy probable que las empresas que compran cuero a los principales proveedores brasileños compren cuero de vacas que han pastado en tierras deforestadas», agrega, para defender que «nadie puede demostrar que el cuero que compra no esté ligado a la deforestación».

Y es que, tal y como informa la investigación de Rainforest Norway, los códigos de importación de pieles se modifican cuando se refina en el primer país de destino. Esto quiere decir que la piel brasileña que se refina, por ejemplo, en Italia, puede ser exportada de nuevo como cuero italiano, difuminándose aún más la trazabilidad de los productos.

Amazonía: Los vínculos de la industria del automóvil con la deforestación de la Amazonía brasileña | PúblicoPor otro lado, ninguna de las cuatro principales empresas que se reparten el grueso del mercado internacional de asientos para coches –Adien, Lear, Faurecia y Toyota Boshoku– tiene políticas específicas para atajar el problema de la deforestación vinculada al negocio del cuero.

Desde Rainforest Norway y Ecologistas en Acción, reclaman que las compañías de automoción adopten una política de responsabilidad en toda la cadena de suministro no más tarde de finales de 2021, con el fin de erradicar la deforestación que lleva asociada. «Las empresas deberían exigir que sus proveedores estén libres de deforestación en todas las operaciones», reza el informe. Asimismo, los autores de la investigación piden a los bancos que cesen de financiar a empresas de automoción o de la industria del cuero cuya cadena de producción esté manchada por la devastación de masas de bosque.

Para ello, exigen a la Unión Europea y a los gobiernos nacionales que apliquen leyes más estrictas que impidan que productos de este tipo entren en el mercado europeo con sanciones para las empresas que lo hagan.

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