Memoria y dignidad
Carta escrita por Carlos Lagos Paredes, hijo del dirigente socialista Ricardo Lagos Salinas (detenido desaparecido y luego ejecutado por la dictadura militar-cívica chilena, a propósito a una nota de Armando Uribe escrita en el diario El Ciudadano. La carta está dirigida al director de ese medio periodístico.
Señor Director:
En su columna del número 99 de El Ciudadano, don Armando Uribe hizo notar que hubo en Chile “otro” Ricardo Lagos, de segundo apellido Salinas, que no fue presidente de Chile. Uno que, en cambio, fue secuestrado por la DINA en junio de 1975, después que un comando de carabineros ejecutara cobardemente a su padre, a su madre embarazada y a su hermano menor. Éste Ricardo Lagos, desaparecido desde entonces, era mi padre.
Puede parecer extraño, pero hasta ahora nunca me había referido a él en público, ni por escrito ni de ninguna otra forma. Supongo que esto se debe a que su historia es también la historia de cómo fue devastada mi vida y la de mi familia, y de cómo hemos luchado para reconstruirnos. No es de buen gusto hacer alarde de esas cosas. Pero eso no es todo. Si he guardado silencio acerca de mi padre, es porque nunca hallé otra manera de enfrentar el asco y la vergüenza de ver cómo su nombre era enarbolado cada año por los mismos que empeñaron sus vidas en traicionar todo aquello por lo que él luchaba.
Trataré de explicarme. Es un hecho que en junio de 1975 la dirección clandestina del PS en Chile —de la que mi padre formaba parte— se había convertido en una piedra en el zapato para quienes buscaban constituir y legitimar esa misma dirección en el extranjero. Las cúpulas socialistas exiliadas no sólo impidieron que a Chile llegaran los recursos necesarios para sostener un PS clandestino, hubo además entre sus filas muchos que suspiraron aliviados al saber que Exequiel Ponce, Carlos Lorca, Ricardo Lagos Salinas y el resto de la “dirección interna” habían caído en manos de la DINA. Ya entonces, en el invierno de 1975, se agitaba el interés infame de quienes maniobraban para acceder un día, mediante claudicaciones, al poder político en Chile.
Sin embargo entonces cuando eran todavía oposición democrática y más tarde mientras gobernaban este país, esos mismos dirigentes mantuvieron la extraña costumbre de derramar, cada vez que llegaba el mes de junio, lágrimas de cocodrilo por “sus caídos”. Para mi siempre ha sido difícil entender las razones de ese poco creíble melodrama. Lo cierto es que Ponce, Lorca, Lagos y los demás, de haber sobrevivido, difícilmente hubieran aceptado que su partido se transformara en el regente de un capitalismo brutal como el que defendieron los gobiernos de Lagos Escobar y Bachelet.
Nunca acepté una invitación a esas conmemoraciones sin gloria, convocadas por un partido de iscariotes. ¿Cómo iba a asistir a unos actos en que los mismos que ofrecían por poco precio el pueblo chileno al capital, fingían invocar los ideales revolucionarios de mi padre? Tampoco respondí nunca a las bromas torpes de quienes me preguntaban, sonriendo, si yo era pariente “del presidente Ricardo Lagos”. Esas invitaciones y esas bromas no han hecho sino acrecentar mi desprecio por el muladar en que han tratado de convertir este país, y me han hecho saber con cada vez más certeza quién soy, de dónde vengo y hacia dónde voy.
Muchas veces he creído que en esta maltratada franja de tierra no hay ni habrá realmente un lugar para mi, ni para mis hermanos, ni para mi madre que ha visto cómo se consume su vida y su salud sin que se haga justicia por lo crímenes sufridos. Nunca he esperado nada de los tribunales de justicia chilenos, pero sí me he sentido a menudo fastidiado por la sensación de vivir en un país donde no existe la decencia. No obstante, a veces me alivia comprobar que me equivoco.
Por eso me decidí a escribirle: quiero agradecer a don Armando Uribe —por intermedio de usted— el haber dedicado unas líneas al recuerdo de mi padre. Es un gesto noble que debe aportar fuerza a todos quienes luchamos por un mundo más humano y verdadero.
Sinceramente,
(Firma):
Carlos Lagos Paredes
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Una carta que representa el dolor,amargura,fustracion y tantas y tantas cosas,pero que no deja de ser una dolorosa verdad,una realidad que averguenza al digno pero que a los mercaderes de la politica y el oportunismo ni siquiera les cambia el semblante de la cara,porque presisamente carecen de dignidad y respeto .
Gracias Ricardo Lagos Paredes por estas palabras grandiosas, verdaderas, que me interpretan totalmente, y que dice cosas que por decirse de parte de quienes aun intentamos enderezar el rumbo del PS de Chile, el PS de Allende, de Ponce, de Lorca, de Lagos Salinas y de tantos otros, caemos en desgracia y nos ocurren hechos oscuros e intimidatorios.
Solo he dicho y he hecho: no querer dejar en manos de la traicion al pueblo este grandioso Partido que tanto le debe a sus caidos.