Negacionismos de ayer y de hoy

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Difícilmente se comprenda el genocidio armenio en toda su dimensión, si no se acude al libro que lo contó en primera persona, desde adentro, y con los hechos en caliente: Subasta de Almas. Armenia arrasada. Fue aquel el crudo testimonio de alguien que lo vivió, sufrió y sobrevivió para contarlo: Aurora Mardiganián. Y sigue siendo la principal fuente sobre ese horror que antecedió, con similar lógica de exterminio, el holocausto perpetrado por los nazis años después. A propósito de ello, en el Centro Cultural de la Cooperación (de Buenos Aires) se presentó una nueva edición del libro, cuya traducción lo enriquece y actualiza, mediante referencias a nombres, lugares y acontecimientos aportados por Eduardo Kozanlián.

Organizado por la Asociación Cultural y Educativa “Hamazkaín” y de la Editorial Ediar, la presentación contó con la participación de Eugenio Zaffaroni, Víctor Hugo Morales, Ulises Gorini, Cecilia Rossetto, Vartán Matiossián, Valeria Thus, Miguel Rep y Pablo Alí. «Nos propusimos reeditar el libro cuando descubrimos que el texto que había llegado aquí tenía faltantes, y una traducción muy signada por la época. Entonces, empezamos a actualizar la edición. Con Vartán y Eduardo nos centramos en incorporar información, y coincidimos así en que el libro es un testimonio invaluable, porque todo lo que Aurora cuenta en él, puede ser confirmado por fuentes históricas”, enmarcó Alí, especialista en Derechos Humanos. (Fuente: Leandro Teysseire)

A continuación, tras unas necesarias palabras de Thus sobre negacionismos de ayer y hoy, tomó la palabra Víctor Hugo Morales, en forma virtual. “La historia que cuenta Aurora estremece. La conocemos de obras de teatro, de películas, de lecturas, y de la lucha que ha llevado a cabo el pueblo y el gobierno armenios. No puedo creer que tanta lucha y sufrimiento no pueda ser tenido en cuenta por el mundo. Por eso me parece que la presentación de Subasta de almas es muy significativa”, sostuvo Morales. Por la misma vía, se comunicó desde Estados Unidos Matiossián, otro de los encargados de la traducción y reactualización de la obra. “Este libro, en cierta medida, es la concreción de un sueño”, sostuvo.

La presentación incluyó además una conmovedora intervención de la actriz y cantante Cecilia Rossetto, que actuó leyendo -o leyó actuando- algunos desgarradores fragmentos del libro, que provocaron lágrimas en varios de los presentes. También se proyectó en pantalla gigante un video concebido por Rep.

Tras tales mediaciones artísticas, y de la proyección de la sintomática película muda, en blanco y negro, estrenada en la Argentina en 1920, y del tráiler del film Auroras’s Sunrise, de Inna Sahakyan, tomó la palabra el periodista Ulises Gorini. “Es evidente que este libro cobra actualidad por los sucesos que se repiten, de un genocidio que empezó hace más de cien años, y que de algún modo continúa. No estamos hablando de algo que terminó, sino de algo que está sucediendo y que precisamente es negado por el fenómeno negacionista. Por eso, apelo al concepto de memoria fértil que plantearon las Madres de Plaza de Mayo, para volver sobre él. Valoro esta iniciativa, porque no se queda solamente en el dolor y en la denuncia, sino que inscribe estos procesos en las luchas actuales, porque el genocidio sigue siendo actual”.

El encargado de cerrar la jornada, en tanto, fue el jurista Eugenio Zaffaroni. “Quisiera felicitar a Eduardo por esta tarea paciente, larga y minuciosa que nos devuelve esta versión refinada y sumamente cuidada de Subasta de Almas. Naturalmente que las cosas no han terminado, que esto continúa en Artsaj”, introdujo el ex Juez de la Corte Suprema, y luego desarrolló su posición, respondiéndose preguntas: “¿Armenia es víctima de qué?, ¿quién victimiza a Armenia, y quién la sigue victimizando hoy?, sí, los turcos, de eso no hay duda, pero ¿por qué los turcos lo pudieron hacer?: por Europa. Por esa Europa que hoy agoniza en una guerra, con su cultura y su modernidad.

«Esa Europa que no le importa nada, que hoy carece de líderes, que nos vendió la modernidad con sus valores y una civilización que casi nos agota a los pueblos originarios, y traficó veinte millones de africanos esclavizados. Esa Europa que con lo que se robó de nuestra América, desarrolló su burguesía y se dedicó entonces a cometer genocidios por todo el planeta, hasta que se pelearon entre ellos en la gran guerra. Y terminó la gran guerra, claro, y condenaron a los turcos en Versalles, sí, pero al rato hicieron otra y los armenios que se la banquen, ¿no?, ¿y por qué? porque los europeos se estaban distribuyendo el imperio otomano…»

«Si, si, lo hicieron los turcos, en Armenia, pero el espacio se lo concedió la civilizada Europa, esa misma Europa en que un día positivizaron los derechos humanos, ¿y por qué?, porque a uno de los contendientes en la segunda guerra se le había ocurrido hacer lo que habían hecho en el sur, o con los armenios, pero entre ellos… y ahí, no, ‘entre nosotros’, no. Entonces hicieron una declaración universal en 1948, pero tardaron 30 años en convertir esa declaración en ley internacional. En fin, en el plano normativo tenemos todo. Ahora, en el plano del ser, tenemos un ser que no debe ser, y para que ese ser sea, tenemos lucha (…)»

«Yo apuesto a que sobreviviremos porque, si bien hay una historia criminal de la humanidad que se la suele ocultar, también hay una resistencia, porque los pueblos defienden su cultura. Y la resistencia del pueblo armenio es una más, y muy fuerte”, finalizó Zaffaroni, abrazado por mil aplausos.

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