¿Terrorismo iraní o estrategia estadounidense?

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Según una comunicación oficial del gobierno de los Estados Unidos, la Fiscalía Federal de Nueva York ha hecho una presentación judicial según la cual, sus servicios de inteligencia habrían frustrado ataques a embajadas y diplomáticos de Arabia Saudita e Israel, a realizarse en territorio norteamericano. La República Islámica de Irán es acusada de dichos preparativos. Algunas de las reuniones previas se habrían realizado en territorio mejicano. Informaciones del mismo gobierno norteamericano, sin llegar a formular denuncias, expresan que también se habrían estado preparando atentados de este tipo en nuestro país.
Hasta aquí la denuncia. Pero también hay otras voces. Desde Irán hablan de un  “guión prefabricado”
Para muchos observadores internacionales se trata de una nueva puesta en escena de algo parecido a los “atentados de falsa bandera”. Se llaman de esta manera a las operaciones realizadas por una fuerza o país con el fin de culpar a otros. De este modo se confunde a la opinión pública, dejando en desventaja a sus contrincantes.
No solo no sería la primera vez que los Estados Unidos hacen esto sino que, sobre esta misma metodología, han desarrollado -al interior de su propio país- mecanismos perversos que han sido denunciados en estos últimos tiempos.
La invasión a Irak y su continuidad en Afganistán se hizo a partir de falsas acusaciones de quienes luego resultaron sus víctimas. Recordemos las famosas “armas de destrucción masiva” que luego reconocerían que nunca existieron, con las que justificaron aquella invasión y derrocamiento de Saddam Hussein.
Hace algunas semanas atrás, Juan Gelman, el poeta y escritor argentino publicó -en Página 12- una nota muy documentada sobre estas nuevas formas de actuación imperial. Algunos ejemplos, con nombre y apellido, daban cuenta que agentes de inteligencia husmeaban por mezquitas islámicas y contactaban a personas que tenían discursos muy radicalizados. Se hacían pasar por militantes del mismo tenor y los convencían para realizar “juntos” algunos atentados. Cuando lograban involucrarnos suficientemente, los entregaban. Ello permitía anunciar “el desbaratamiento de células terroristas” y todos felices y contentos. Los servicios de inteligencia demostraban su capacidad y el “terrorismo árabe” seguía vivo como un factor de amedrentamiento.
Para estos observadores, este caso puede inscribirse en esta metodología. Ello respondería a la estrategia norteamericana que apunta a seguir avanzando en su línea de someter a los Estados del Medio Oriente que se oponen a sus políticas. Después de Libia, le podría seguir Siria y el punto culminante sería Irán.
Sobre el informal involucramiento de nuestro país resulta de importancia las manifestaciones del encargado de negocios de la embajada de Irán en la Argentina, quien sostuvo que, con esa denuncia, se busca "evitar el diálogo entre Teherán y Buenos Aires". Este “gesto” norteamericano sería un paso más en los crecientes desencuentros entre la Argentina y ese país. 

 

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