The Oil Crash: Año 16

Hemos llegado, una vez más, a ese momento del calendario donde hacemos balance del año que ahora acaba en términos de las cuestiones que se discuten en este blog, que son los problemas de sostenibilidad de nuestra sociedad y en particular los causados por la escasez de materias primas energéticas. Ha sido este 2021 un año prolífico en noticias, así que sin más dilación paso a hacerles el resumen de aquéllas que, para nuestra discusión, han sido más importantes.

Año de eventos extremos: Si algo ha caracterizado 2021 es la sucesión de eventos considerados poco habituales y de gran impacto. Quizá lo más destacable en España fuera la borrasca Filomena, que colapsó el centro del país durante casi dos semanas el pasado mes de enero, pero fuera de España ha sido una sucesión continua de eventos: la tormenta de nieve de Texas (que colapsó su red eléctrica), las inundaciones de centroeuropa en julio (foto), la «cúpula de calor» en el oeste de Canadá y los EU (que fue seguida por importantes incendios), las inundaciones en cadena de la Columbia británica en noviembre, la temporada anormalmente destructiva de tornados en los EU en diciembre… y todo eso sin contar con los cada vez más evidentes medicanes.
Esto, en la parte del mundo más rica y más cubierta mediáticamente; en el resto del mundo les ha correspondido su habitual ración de inundaciones, sequías y desastres varios, pero nadie estaba prestando atención. Sin embargo, ahora que los eventos climáticamente inusuales están aumentando en los países ricos, quizá alguien se está planteando que hay que hacer algo para parar la desestabilización climática del planeta. ¿No? Bueno, hubo la COP26 en Glasgow, según parece. ¿Acuerdos importantes? Pocos, ciertamente. Pero la urgencia sigue ahí.
Los problemas de la cadena de suministros: En marzo, el Canal de Suez quedó bloqueado durante seis días porque el supercontenedores Ever Given quedó atorado por culpa de una mala maniobra. En ese momento se empezó a oficializar que había algunos problemas con el suministro global de todo tipo de mercancías, aunque si uno escarba en las noticias se pueden detectar algunos problemas ya en 2019.
En general, se han buscado todo tipo de excusas para justificar los cada vez más evidentes problemas: la nevada de Texas primero, el incidente del Ever Given después, la aparición de cuellos de botella logísticos ocasionados por el parón del confinamiento (un año antes, no lo olvidemos) impuesto por la pandemia de CoVid… y ya poco más: ésta sigue siendo, meses después, la excusa preferida para explicar lo que está pasando. En el Reino Unido empezó a escasear de todo y la culpa fue del Brexit y después de la falta de camioneros. Los portes marítimos se dispararon, y la culpa fue de los cuellos de botella y después de la falta de contenedores. Pasan los meses y nada se resuelve, todo se cronifica, en algunos casos mejorando un poco, en muchos otros empeorando… Empiezan a faltar algunos metales, madera, se agrava la crisis de los chips, falta plástico…
El impacto del pico del diésel: El problema de fondo que se está agravando y que está agravando la crisis de los materiales es la falta de diésel. Cuando revisamos el problema del pico del diésel este año, vimos que la producción ha caído ya más de un 10% con respecto a los máximos de 2015. Faltando diésel, el transporte tanto terrestre como marítimo se encarece, pero también las operaciones de las muchas minas que no están electrificadas en este mundo, y eso hace que muchos proyectos de minería ya no sean viables.
De rebote nos encontramos que se afianzan los picos del carbón (de momento, 2019) y del uranio (2016 y ya fuertemente consolidado), y todo indica que nos acercamos al del gas. Pero es que el encarecimiento de los costes de transporte y extractivos está afectando a todas las materias primas, y también a las elaboradas. Y en particular recordemos que tenemos una gravísima crisis con la producción de fertilizantes nitrogenados, que se añadirá con fuerza el año que viene a la crisis alimentaria ya en marcha por los incrementos de los costes en el sector agropecuario.
 – Crisis energética global: Debido a la escasez de carbón (causada por una combinación entre la dificultad de aumentar la producción global y los sobrecostes extractivos que está originando el pico del diésel), China e India están sufriendo desde hace meses apagones eléctricos repetidos (y hablamos de dos países que engloban al 35% de la población mundial). La falta de electricidad está afectando a la producción industrial china, y le está llevando a acaparar materiales (cada vez más escasos, como explicábamos) para montar un plan de choque de transición energética (y de paso desviar la atención de la crisis originada por la quiebra de la inmobiliaria Evergrande).
Entre tanto, Sudáfrica sufre apagones rotatorios por incapacidad de generar suficiente electricidad por falta también de carbón. Paquistán se ve obligado a usar productos petrolíferos para generar electricidad al tiempo que para su sector industrial porque no consigue comprar suficiente gas en el mercado internacional, y otros muchos países de Venezuela a Líbano, de Kazajstan a Tayikistan, están teniendo serios problemas. Mientras tanto, el coste de la electricidad en Europa se dispara, fruto de la escasez de gas y del mantenimiento del sistema marginalista en la fijación del precio del mercado mayorista, pero hay otros miedos.
Todo comenzó cuando la ministra austríaca de defensa (en la foto) anunció que el país debía prepararse para un apagón total que su Gobierno estima que se producirá antes de 2025. Alemania, más discretamente, está preparando a su población para el mismo escenario, y el Gobierno suizo también lo contempla. Algunos miembros del Gobierno italiano empiezan a reconocer su inquietud por tal posibilidad, en tanto que en los Países Bajos se empieza a considerar el escenario por la falta de gas y en el Reino Unido la situación no puede ser más complicada. Solo Francia y España se reafirman en descartar un posible gran apagón. Lo que todo el mundo acepta es que si este invierno es especialmente frío en el Viejo Continente, la disponibilidad de gas natural bajará y el riesgo de apagones, aunque sean de corta duración, se incrementará. 

El problema de los materiales para la transición: Dado que la crisis energética ya está aquí y ha llegado con fuerza, de repente hay mucha necesidad para hacer la transición energética tanto tiempo postpuesta. Sin embargo, empieza a ser cada vez más evidente que el modelo de transición renovable que se propone (que algunos consideramos inviable) requiere de la disponibilidad de una gran cantidad de materiales los cuales o no son tan abundantes o su producción es limitada, y encima dependen para su extracción de la disponibilidad de grandes cantidades de combustibles fósiles.

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) sacó un informe específico en mayo de este año, según el cual la producción de muchas materias primas debería aumentarse hasta volúmenes absolutamente irrealistas. A pesar de las cada vez más evidentes limitaciones de este modelo, la Unión Europea lo apuesta todo a él y ha pisado firme el acelerador con los Fondos de Recuperación y Resiliencia, particularmente con los Fondos NextGeneration EU.

Las protestas contra los macroparques renovables se extienden por toda España: En España, al calor de los NextGeneration y del problema energético, se está viviendo un auténtico boom de nuevos proyectos que pretenden industrializar a marchas forzadas el medio rural, en un intento desesperado de producir la energía que no van a darnos las fósiles en unos años.
Pero la gente que vive en esos territorios se dan cuenta de que no tienen prácticamente a ganar, y sí mucho a perder, con estos desarrollos que ahora se plantean, y se han organizado para protestar y hacer oír su voz. En un tiempo récord, centenares de movimientos locales de multitud de pueblos se han coordinado en una plataforma única, ALIENTE, creando una movilización sin precedentes en España. Si la contestación popular a estos proyectos de parques de renovable eléctrica de fuerte carácter extractivista sigue subiendo, los proyectos podrían fracasar, y no solo por la escasez de materiales.

La CoVid sigue estando ahí: Durante este año hemos aprendido a convivir con una pandemia que nos ha acompañado durante estos doce meses y que nos ha arrebatado a algunos (demasiados) seres queridos.

La vacunación masiva (en los países más desarrollados solamente) y la aparente menor peligrosidad de la variante ahora predominante, la Ómicron, hacen albergar a muchos la esperanza de que el fin de la emergencia esté cerca. Ojalá así sea.

Se empieza a escuchar a la ciencia (disidente): Este año también ha sido especial por la cantidad de comparecencias en cámaras legislativas de personas como yo, que proyectamos una imagen alternativa y menos amable de la transición energética y que hablamos de un tema tabú como es el peak oil y el peak everything. En mi caso particular, comparecí telemáticamente en febrero delante de la Comisión Quinta del Congreso de Colombia, y en abril presencialmente delante de la Comisión sobre Transición Energética que se había constituido en el Senado de España (que es la foto con la que abro este post). Pero este año también hemos visto a Antonio Aretxabala comparecer en el Parlamento de Navarra, o a Adrián Almazán (foto) y a Emilio Santiago, hace unos días, en el Parlamento Vasco. Cómo debe estar la situación para que se escuche nuestra voz…

Y hasta aquí este resumen del año. En el siguiente post, como también viene siendo tradicional, abordaré mis previsiones para el año que comienza de aquí en unos pocos días. Las de este año que viene serán probablemente granadas…

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