El saqueo

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La palabra saqueo tiene una larga historia y en el contexto político se usa mayormente para indicar que estos son la expresión de la crítica enfurecida en contra de las relaciones sociales desiguales. La destrucción y el robo, especialmente a pequeños comerciantes, a menudo impide reconocer que tales acciones representan la revuelta de los oprimidos.

Según algunos comentaristas, por ejemplo, la expropiación de bienes y la destrucción de la propiedad son estrategias directas, inmediatas y pragmáticas de redistribución de la riqueza. Incluso unos pocos afirman que dicha distribución puede mejorar, aunque sólo sea temporalmente, la vida de los pobres. En el fondo, tales actos de protesta, dicen, son un ataque frontal a la creencia común de que la propiedad privada es sacrosanta. El saqueo y la violencia destructiva, dice el escritor David Rosen, le han ayudado a la gente a ganar una voz política y recuperar su humanidad y, en algunos casos, construir organizaciones políticas viables.Sentencia de hasta 20 años para participantes en saqueos

Participar en elecciones, sindicatos, partidos políticos, concentraciones, marchas pacíficas y acciones que promuevan políticas de identidad son expresiones políticas tolerables en las llamadas sociedades democráticas. Muestra disgusto, pero manténlo regular, modesto y contenido. La revuelta es permisible mientras opere dentro de los límites aceptables y el régimen pueda seguir al mismo ritmo con cambios modestos suficientes para disminuir la presión. Un juego político recurrente que asegura la continuación del estatu quo. Un principio que adoptan los estados de todos los matices políticos.

Los disturbios y saqueos no tiene defensores y, en mayor o menor medida, son condenados universalmente y ninguna fuerza política quiere estar asociado con ellos. Conductas moralmente aborrecidas, conceptualmente despolitizadas y legalmente perseguidas. Una amenaza al bienestar de pequeños comerciantes y la vida pública. Es por ésto que los que participan en ellas raramente argumentan públicamente en su favor. Y los medios informativos, los intelectuales, las iglesias y universidades prefieren no analizarlas críticamente con amplitud y rigurosidad teórica ni tampoco registrarlas como formas de lucha por temor a que se difundan o inspiren a otros.

Lo más inquietante y peligroso de estos actos incontrolables es que son un ataque directo a las creencias centrales de la sociedad capitalista, una violación de la legitimidad de la ley y el orden y un desafío a la ideología que los presenta como si fueran una realidad natural. Según la controversial escritora y agitadora política Vicky Osterweil, el saqueo es un exceso destructivo dirigido a la naturaleza misma de la mercancía cuando se la saca del ciclo del intercambio y beneficio al apropiarse de ella gratuitamente, destrucción que continua con las estructuras físicas de los negocios y la propiedad pública. Este saqueo no es el robo común, sino una práctica y táctica comunal que no puede realizarse sola.

Arde EE:UU: hubo saqueos en la 5ta avenida de New YorkUn robo masivo durante un periodo de agitación y protesta diferente del robo por la fuerza o la invasión de una casa. Estos disturbios crean un espacio en el que la masa produce una situación donde las leyes generales que gobiernan la sociedad ya no funcionan. Es la suspensión del orden, pero no lo suficiente para transformar la sociedad. El saqueo rápidamente es controlado por las fuerzas del estado.

Uno de los mitos recurrentes es el de los “agitadores externos” utilizado ampliamente en diferentes países, no solo por la elite dirigente, sino también por sectores de los mismos protestantes. La lógica de este mito es que las experiencias, la vida y los deseos de quienes protestan no bastan para inspirar y explicar estos actos. La idea implícita es que no hay razón para destruir y saquear en un mundo en donde todo está relativamente bien. Estas tienen que ser las acciones de fuerzas externas que se infiltran en las protestas pacíficas. Los saqueadores no son parte de estas manifestaciones.

Pero la cosa es que, si no son parte de las protestas, ¿por qué aparecen una y otra vez en todos los levantamientos sociales? No solo ahora, sino que en gran parte de la historia.  Al canto de “Evadir y no pagar es otra forma de luchar” se inicio en Santiago de Chile, en octubre del 2019, una serie de protestas por la subida de la tarifa del metro que muy pronto se extendió a todo el país provocando incendios, saqueos y destrucción de supermercados e infraestructura pública, acompañada de muertes y heridos.

En EU, saqueos y revueltas se han producido en las siguientes ciudades en un solo día de mayo de este año en protesta por el asesinato de afroamericanos: Atlanta, Bakersfield, Boston, Chicago, Columbus, Dallas, Des Moines, Denver, Detroit, District of Columbia, Houston, Los Angeles, Louisville, Memphis, Minneapolis, Phoenix, Portland, Sacramento y San José. En Europa, las revueltas y destrucciones continuaron en Alemania y otras ciudades del continente.Protestas y saqueos en EEUU tras la muerte de un hombre negro tras ser detenido por la policía - NIUS

Una serie de estudios sociológicos llevados a cabo en los años 70 en EU sugieren, en contra de la narrativa común, que los que participan en estos destrozos y saqueos tienden a ser más informados política y socialmente y comprometidos en los asuntos de la comunidad, en tanto que los más apáticos y desconectados participan en un número mucho menor. Esto indica, según Osterweil, que los saqueadores y destructores entienden el significado de la lucha y usan estas acciones para escalar las posibilidades.

Si los disturbios se ven como erupciones de iras y resentimientos sin sentido, también es un lugar común el hecho de que los famosos disturbios históricos también “dan a luz” a movimientos sociales. “Los disturbios de Stonewell dieron nacimiento al movimiento de la liberación homosexual. El asalto a la Bastilla dio a luz, para los franceses, a la Revolución, y la destrucción y saqueo del cargamento de te en Boston el 16 de diciembre de 1773, dio a luz a la “Revolución Americana”. Las revueltas son violentas, extremas y destructivas.

Rasgan, quiebran, queman y destruyen y, con o sin intención, crean un nuevo mundo. Una táctica radical y poderosa para llegar a las raíces del sistema contra el que lucha el movimiento. No se trata ciertamente de que todos los casos de saqueo aumenten la libertad, sean justos o políticamente antipropietarios. En la mayoría de los casos no llevan a ninguna parte. Pero, si las protestas no hubieran quemado y destruido,  ¿hubieran tenido la atención y las concesiones que tuvieron recientemente, por ejemplo, en Chile o en EU? No lo sabemos.

Las 17 fotos de los saqueos masivos en México: se llevaron electrodomésticos y juguetes - InfobaeA diferencia de las luchas organizadas con una clara dirección política, estas revueltas no están motivadas por la argumentación racional o el diálogo político, sino por el deseo, el afecto, la rabia, el dolor y la pérdida. Actos desordenados, emocionales, caóticos y nihilistas. Según Osterweil estos disturbios se experimentan como una celebración y liberación de emociones catárquicas violentas y sangrientas capaces de aterrorizar a la burguesía, a la policía y a los políticos.

Y, sin embargo, a pesar de ello, no podemos considerarlos solo como actos totalmente apolíticos, caóticos o sin sentido. Son, de alguna manera, insurrecciones puntuales que ciertamente tienen poca interacción con las formas cotidianas de transformación social pero que, paradójicamente, pueden dar origen a experiencias transformadoras para todos los involucrados.

¿Y por qué necesitaríamos transformaciones? Porque, como dijo el Papa el 26 de agosto del 2020 en la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano, la desigualdad es el fruto de un crecimiento económico injusto que prescinde de los valores fundamentales. “Es un virus que viene de una economía enferma”. El Vaticano tradicionalmente ha apoyado el sistema capitalista. Para que el Papa reconozca que ya no es posible seguir viviendo así es porque el sistema, a todas luces, esta destruyendo las posibilidades futuras de la humanidad.

La rebelión que viene existiendo desde hace tanto tiempo, y que en ocasiones adquiere formas tremebundas, es en contra de ésto. Vivimos en una sociedad capitalista totalmente estructurada alrededor de la producción y circulación de la mercancía. Es un sistema cruel construido para la creación de cosas y no para el florecimiento del ser humano. La mercancía no es cualquier cosa. Es, en verdad, un tipo especial de cosas. Son bienes y servicios que producen valor en la forma de ganancias. En el capitalismo estas ganancias van al propietario de los medios de producción, a los grandes accionistas y a los jefes de corporaciones. ¿Dónde esta la justicia de esta repartición?Saqueos en masa captados en VIDEO en todo Estados Unidos, la policía pide las imágenes - Los Angeles Times

Si miramos bien, la realidad es que estos no pueden fabricar productos básicos por sí solos. Ellos deben tener trabajadores que dirijan sus fábricas, cultiven sus tierras o excaven sus minas. Pero, en lugar de compartir las ganancias con los que producen los bienes, éstos se quedan con todo lo que pueden y pagan el salario más bajo que les sea permitido, lo suficiente para que los trabajadores no mueran de hambre. En buenas cuentas, explotan mientras ellos viven generosamente.

Para proteger el sistema de la propiedad y la mercancía, la clase dirigente ha organizado y desarrollado un estado capaz de imponer su voluntad donde las leyes del mercado no puedan hacerlo. Su innovación particularmente novedosa para cumplir esta tarea fue la creación de la policía, una burocracia destinada a proteger la gran propiedad privada, controlar las multitudes urbanas y reprimir las revueltas. La actual militarización de esta fuerza es el último intento de responder a las crecientes rebeliones de los pueblos.

El saqueo y el levantamiento en contra de la policía y el estado va dirigido al corazón mismo de esta historia. Y por eso, según las “almas hermosas”, es un crimen que merece la cárcel y la muerte.

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