Parasitismo y lumpenización; la cultura ética y moral de las élites gobernantes

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Si no peleas para acabar con la corrupción y la podredumbre, acabarás formando parte de ella (Joan Baez)

En la década del 70 del siglo pasado, André Gunder Frank, nos ilustraba con la característica rastrera que presentan las burguesías criollas, denominándolas lumpenburguesía y lumpendesarrollo, a los modelos dependientes que históricamente han generado, de los centros monopólicos mundiales.

En efecto, las llamadas burguesías nacionales han mantenido una mirada y un proyecto cortoplacista en términos productivos, con baja eficiencia y extremadamente entreguista, en cuanto a los recursos y materias primas de nuestros países. Pero con el asentamiento del capital financiero, esta cualidad lumpenezca y parasitaria, propia de las burguesías periféricas, se ha trasladado a los llamados centros monopólicos; en definitiva estos fenómenos se han mundializado, creando aristocracias parasitarias y lumpenezcas, enquistadas en todos los ámbitos.Resultado de imagen para gunder frank

Conceptualizando; un parásito es un ser que vive a expensas de otro, mientras que lumpen es un sujeto o sector de la sociedad que para conseguir sus objetivos, se transforman en mercenarios y utilizan el crimen como su forma habitual de vida. Tal parece, que ambos conceptos hablan por sí solos; no hacen falta muchos ejemplos teóricos y prácticos, para configurar la enculturalización, que vienen adoptando las élites políticas, sindicales, eclesiásticas, académicas y empresariales, de nuestros países.

Lo grave de lo anterior, es que si bien esta cultura mafiosa de vivir a expensas de los demás, en base al esfuerzo mínimo, timando y engañando, era hasta hace poco un fenómeno emergente, en la actualidad lo podemos apreciar en todos los ámbitos de la vida cotidiana; es una manera de funcionamiento social que atraviesa todas las instituciones de la sociedad. Y aquí viene lo peligroso, pues no podemos perder de vista que la cultura, la ética y la moral, representan esencialmente relaciones de poder historicosociales, y como tal, penetran todos los ámbitos en que se dan interacciones humanas.

Así entonces, espacios donde se desarrolla conocimiento, control y difusión de ideas; la configuración de lo que es cierto y lo que es válido, inexorablemente se permean de esta cultura mafiosa, centrada en el parasitismo y la lumpenización, que se van transformando en prácticas naturalizadas. Es tan así, que ya no es noticia relevante la existencia de sacerdotes pedófilos y violadores; sindicalistas coludidos con los empresarios; políticos oportunistas, timadores, que reciben salarios 60 veces que el que puede alcanzar un obrero que trabaja 60 o más horas a la semana; académicos en las universidades que plagian artículos, para obtener estándares de producción científica; empresarios ladrones centrados en la ganancia a toda costa, para lo cual utilizan métodos criminales, como es la destrucción medioambiental, el trabajo infantil, la explotación laboral, y un largo etcétera.

Resultado de imagen para parasitismo y lumpenizaciónLa naturalización del parasitismo y lumpenización, como cultura ética y moral de las élites gobernantes, vale decir, como ideas dominantes en este periodo histórico, implica que paralelamente funcionen todos los dispositivos de control y represión existentes para estos fines, que otorgan legitimidad a los discursos hegemónicos. En ese contexto, se ubican las instituciones educativas, partidos políticos, organizaciones formales de todo tipo, y especialmente los medios masivos de comunicación, que actúan como catalizadores y como mecanismos de producción y reproducción de verdad, valides, conocimiento y autoridad, que se traduce en la construcción de ideas fuertes, que gradualmente van siendo socialmente aceptadas, luego naturalizadas, para finalmente lograr el orden social requerido.

Lo paradójico acá, es que toda resistencia ética y cultural a esta naturalización, es esencialmente subversiva para las élites gobernantes; no olvidemos que los mapuches que defienden sus tierras y cosmovisión de vida, de las garras de las forestales y de colonos usurpadores, son “violentistas y extremistas”; quienes se abstienen activamente de votar en los circos electorales diseñados por las élites gobernantes, son calificados de “antisistema, no-ciudadanos y abúlicos irresponsables, que ponen en riesgo el sistema democrático”, que por cierto, fue recuperado en Chile “a través de un lápiz y papel, y gracias a la cinematográfica propaganda electoral desarrollada por los publicistas detrás de la campaña del NO, en 1988”.Resultado de imagen para campaña del no en chile 1988

No es de extrañar entonces, que sectores que han hecho de la criminalidad una cultura, vayan confluyendo lenta pero inexorablemente, y se transformen en la base moral de las élites gobernantes, donde la utilización del robo, el tráfico de drogas, el parasitismo político, la pedofilia, la explotación, etc. sean vistos como fenómenos naturales y una manera válida de vivir, que necesita de adecuaciones político-jurídicas, que las élites políticas, no demoran en adaptar, ante lo cual, la lumpenización es parte de un proceso estructural; un cáncer que ha venido a quedarse, y cuyos efectos recién se comienzan a ver.

*Psicólogo chileno. Colaboración para Participación Ciudadana en surysur

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